Barça y Madrid comparten más de lo que parece, en concreto, ambos están en la misma etapa del ciclo futbolístico: la final. Tras el éxito sin precedentes del Barça de los tripletes y del Madrid de las Champions, tenemos dos equipos renqueantes que continúan teniendo el mismo e inamovible esqueleto. Pero, ¿Por qué inamovible?.

Siempre que un equipo encadena una era de triunfos, inevitablemente la plantilla que lo logra se hace fuerte. Subidas de sueldo, privilegios, mayor laxitud… y es que ¿Cómo se va a negar la directiva a ceder ante los héroes que hicieron posible lo imposible?, ¿Cómo no van los seguidores a querer que se lauree tanto trabajo y magia?. Pero no todas las formas de recompensa generan los resultados deseados, y la mejor prueba es el órdago que Piqué lanzó contra la directiva tras el partido con el Getafe, como respuesta a un artículo que señalaba el excesivo poder de la plantilla. No es la primera vez que jugadores del Barcelona dejan en ridículo la imagen del club, como pudimos ver en el caso Neymar, donde los pesos pesados del vestuario hicieron a la directiva encadenar, día tras día, ridículos cada vez mayores, a costa de su capricho. No obstante, esto también se ve en el campo: ya sea con las derrotas irrisorias en Champions, o sea en prácticamente cada partido de Liga jugado, con una intensidad, presión y circulación de balón desesperantes; sin olvidar las a veces inexplicables alineaciones elegidas por Valverde, gestos extraños, y pases que no llegan de jugadores veteranos a jóvenes. Por cierto, ¿Hace cuánto un nuevo fichaje cuenta con la regularidad necesaria como para triunfar en el equipo?. A excepción de Lenglet, claro; pero él no tenía ningún jugador clave por delante.

No puedo dejar de mencionar otro aspecto en el que podemos notar esto: “la enfermería”. Y es que sufrimos una auténtica plaga de lesiones. Cada vez más personas se atreven a señalar la ausencia de normas y el poco rigor exigido por parte de los preparadores físicos, a raíz de las declaraciones vertidas por nuevos jugadores, al haber notado cambios sustanciales con respecto a sus anteriores equipos. Gran parte del problema reside en la elección de Valverde, un entrenador de “mano izquierda”, que es más un gestor de plantilla. Y precisamente por eso, porque hace la vida cómoda a los jugadores, ellos le protegen, pese a que gran parte de la afición está cansada de su juego y gestión.

Si seguís la actualidad del club blanco, os habréis dado cuenta de los paralelismos existentes entre ambas situaciones: jugadores perpetuos, falta de intensidad, lesiones, fichajes que no funcionan…

Necesitamos entrenadores importantes, con carácter, ideas y personalidad; que se atrevan a hacer cambios, a poner normas y a plantar cara a aquellos que no estén dispuestos a dar el cien por cien en el terreno de juego. ¿Quién no recuerda la era Mourinho-Guardiola?. La intensidad de cada partido, en especial los Clásicos. ¿Alguien cree que es casualidad que los protagonistas de la Liga más seguida del mundo sean los entrenadores?, ¿Y que todos los nominados al The Best entrenen equipos ingleses?.

¿Cuándo dejamos de creer en la importancia de la figura del entrenador?.

María José Montero

Colaborador

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